Opinión
El envejecimiento activo de las personas con discapacidad
Texto del prólogo de la publicación “El envejecimiento activo de las personas con discapacidad. Documento de posición del CERMI Estatal”
06/03/2012
Por Paulino Azúa
Presidente de Grupo de Trabajo del CERMI de Envejecimiento Activo
Cada ser humano envejece de distinta forma. Hay quien ha sido viejo desde joven y hay personas en proceso de envejecimiento que se aferran a la juventud y a quienes las aterra la idea, que antes o después se convierte en realidad, de ir perdiendo condiciones físicas y facultades mentales.
¿Por qué hay que reivindicar hoy los procesos de envejecimiento? Porque en una sociedad como la actual, la vejez ha perdido en buena parte la dignidad de que estaba investida en épocas anteriores. Al ser humano, cuando envejecía se le reconocía experiencia, templanza ante las adversidades. Se le pedía consejo y sus decisiones y sentencias eran tenidas en cuenta.
Como tantas otras cosas, hoy esa realidad ha cambiado. La sociedad está perdiendo, si no lo ha hecho ya, ese “fondo de armario” encarnado en la vejez, y está siendo sustituido por curriculos académicos que no son suficientes si no se completan con uno o dos masters, a poder ser en universidades extranjeras.
Este año ha sido declarado por la Unión Europea el año del Envejecimiento Activo y la Solidaridad Intergeneracional. Hay personas que ven estas conmemoraciones con un cierto escepticismo, porque entienden que sirven para llamar la atención del público durante los doce meses de celebración pero que, demasiado a menudo, los ciudadanos se olvidan de esa realidad el primero de enero del año siguiente.
Sin embargo es necesario aprovechar esta circunstancia para poner de relieve la necesidad de reconvertir la situación y colocar la vejez en el plano que le corresponde. ¿Cómo? Desde luego, situando a los hombres y mujeres que envejecen en el centro de nuestro foco de atención, como los verdaderos protagonistas, pero no los únicos.
De hecho, es toda la sociedad la que debería verse involucrada en este proceso, en primer lugar para cambiar sus actitudes y puntos de vista sobre esta realidad y también generando actuaciones y posibilidades para que una persona mayor pueda, verdaderamente, sentir que forma parte del cuerpo social, no como una molestia a la que hay que atender sino como algo que aporta valor a la sociedad misma.
De hecho, son muchas las personas mayores que están involucradas en tareas de servicio a la comunidad, y muchas otras que estarían dispuestas a hacer lo mismo pero que no encuentran cauce para dar salida a sus deseos de activismo social. No solo se trata de cuidar de los nietos cuando hace falta, con ser esto en muchas situaciones casi imprescindible. Porque además de abuelos son personas con otras inquietudes y deseos que tienen que encontrar su cauce de realización.
Así las cosas, una buena parte de “los mayores” se enfrentan a un doble reto: el de su propio proceso de envejecimiento y la indiferencia, cuando no los obstáculos, de una sociedad que, aunque tímidamente, está empezando a reconquistar los valores que la vejez encarna.
Pero las personas mayores con discapacidad tienen ante sí un tercer obstáculo: la propia discapacidad que, por lo general, les sitúa en desigualdad de oportunidades para tener las mismas posibilidades que el común de los ciudadanos. Bien es cierto que la mayoría de las personas están curtidas ante esta situación, porque su vida está llena de situaciones adversas y de lucha para vencerlas.
Seguramente, esa fortaleza ante la adversidad es su mejor arma para enfrentarse a su proceso de envejecimiento. Pero esto solo, con ser importante, no basta. Hacen falta políticas y medidas concretas.
De ahí la necesidad de un trabajo cuyo resultado es el que se presenta en esta publicación. Un grupo de personas, representantes de diferentes organizaciones de la discapacidad y de CERMI autonómicos, han elaborado una serie de propuestas que juzgan necesarias para propiciar procesos de envejecimiento activo. Están agrupadas en doce apartados diferentes que abarcan desde los derechos a la formación del personal en diferentes especialidades. También se recogen brevemente diversos enfoques sobre cómo se desarrolla el envejecimiento según las distintas discapacidades.
Algunas de las organizaciones ponen de relieve el desconocimiento no solo social sino científico en torno a estos temas. No se sabe cómo se envejece o más bien qué efecto tiene el llegar a la vejez en algunas situaciones ligadas a determinada discapacidad. Por esta razón, es necesario profundizar en este campo para que se puedan abordar las medidas necesarias.
Este trabajo pone de relieve que aún queda mucho por hacer. Cabría decir que, en el campo del envejecimiento, casi todo. Por eso, en estos momentos en que se reivindica la inclusión social de la discapacidad, deberemos actuar con firmeza para conseguir un verdadero envejecimiento inclusivo.